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Primavera

Flores en forma de bellota, flores también grandes, con colores que ni el mar agota.
Luz potente y dulce, aire fresco de verdor, cantan más los pajaritos, hay sonrisas con amor.


Estación de nacimiento, parto eterno de perdón, para la nieve que cubrió el lago, para la helada que el amor secó.
Bálsamo en el vendaval, pomada en el encierro regálanos tu huerto, dinos que lo esencial no ha muerto.

Oh Maestra de maestras, oh estación suntuosa, que tu olor nos de la fuerza en medio de tanta prosa.
Informaciones con dosis de angustia y sal. Medidas que colerizan al que en casa no quiere estar.

Limpia nuestro cólico terráqueo, purifica la pandemia, haz de este calvario el simulacro.
La oportunidad para aprender, para ver, para creer, que tú eres la gran señora que en este relajo negro nos da la hora.

Bendice los que perecen y los que ayudan con creces. Bendícelos con tu vela en candela.
Pues siempre hay vida en la muerte. Un cántaro de bellas artes, un libro, una pintura, un grano, un tapiz en un mueble.

Siempre nuestras manos pueden transformar lo sombrío en amarillo. Lo espantoso en disfraz.
En máscara italiana o de China, España o de simple humanidad.

Desde mi “toilette” te alabo entonces, desde mi despertar, desde un sábado en familia, desde el aceptar la realidad.
Y que estrelles con espada a ese virus coronario y que con tu rojo explote el Bing – band del talonario.

De esas cuentas quebradizas que con mal nos tetanizan, el papel de numeritos sin sentido en estos gritos.
Que tu fuerza sea más grande y mi esfuerzo también. Que San Miguel no luche solo, su cortejo es más que diez.

Sea lo que haya de ser, muera lo que deba perecer. Pero, ante todo, que viva tu pureza, “l’éclosion”, el jardín de fresas.
Para el viejo que quedará, para el piano que sonará, para el bebé que alumbrará una sala de hospital.

Abrázame primavera Sagrada, que mis líneas se sumerjan en tu “câlin” de calma.
Te amo “saison” doncella, soy como tú: ¡una mujer que materniza la escritura y a Gabriela!


Son las 5h40 am del 21.03.20

Gracias a Dios por este ejercicio de escritura automática en medio de la pandemia. ¡Aquí sigues writing dream!