Un poco antes de las siete me he levantado, para escribir un poco a la piragua y al llano.
Tú de repente me has saludado y un gangueo firme me has entregado.
Yo entendí que es tu risa, la mejor inspiración que se afina con tambor.
Percusión de ángel, acordeón de mar, dulce papaya verde de naranjal.
Que se expanda tu Alma, que llores como aquel guadual, que a San Gil un día vayas, orgullosa de tu vena maternal.
Honra como la sitar, cada cuerda francesa y la madera del “porquoi”, “je t’aime”, ¡“maman”!
Salón musical 09.04.20