En el año dos mil dieciocho, los pájaros discuten en alto tono.
Las cifras son esenciales y no hay espacio para pesares.
La frustración es poesía, los recuerdos elevan la alegría.
Lo magnífico crea el triángulo circular, pues la vida es granos y limonar.
El propósito divino sale a flote, así como el bebé que empieza a dar bote.
La dinámica de encuentro embarga el presente, un hogar en verso transforma la mente.
Azucenas angélicas alegran la expansión plena, la gratitud y aprecio para cada ser que llega.
Laura Devos
28 – 04 - 18